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Faro de Batticaloa

El faro de Batticaloa, también conocido como faro de Muttuwaran, es un testimonio perdurable de historia, resiliencia y grandeza arquitectónica. Construida en 1913 por los británicos, esta estructura de 28 metros de altura no solo ha guiado a innumerables marineros sino que también ofrece vistas fascinantes de sus alrededores. En este artículo, profundizaremos en la rica historia y el encanto perdurable del faro de Batticaloa.

La era colonial británica

El faro de Batticaloa tiene sus raíces en la época colonial británica, donde fue erigido para proporcionar una luz de guía para los marineros que navegaban por las aguas. Ubicado a sólo 5 kilómetros de la ciudad de Batticaloa, este hito histórico ocupa un lugar importante en los corazones tanto de los lugareños como de los visitantes.

Un faro de esperanza

Situado en la confluencia de la laguna y el vasto Océano Índico, el faro sirvió como un faro de esperanza para los navegantes de todos los rincones del mundo. Su imponente presencia, pintada en un blanco prístino, no sólo significaba seguridad sino que también agregaba un toque de encanto majestuoso al paisaje costero.

Una estructura majestuosa

El faro de Batticaloa destaca con sus 28 metros de altura, lo que lo convierte en una presencia inconfundible en la región. Su esplendor arquitectónico se ve realzado aún más por las cinco ventanas que adornan su fachada, una galería que ofrece vistas panorámicas y una linterna que guía a los barcos con seguridad durante la noche.

Si bien los británicos construyeron el faro, fue testigo de tiempos turbulentos durante el apogeo de las actividades de los LTTE. Desatendido y olvidado, fue un testimonio de los desafíos que enfrenta la región. Sin embargo, la verdadera prueba se produjo en 2003, cuando un destructivo tsunami dañó el faro de forma limitada.

Renace de las cenizas

Tras el tsunami, la comunidad internacional tendió una mano y ofreció fondos para la restauración del faro. Con estas contribuciones, el gobierno de Sri Lanka rejuveneció esta estructura icónica.

El arduo trabajo y la dedicación dieron sus frutos cuando el faro de Batticaloa volvió a su antigua gloria. Elevándose nuevamente a su majestuosa altura de 28 metros, recuperó su papel de luz guía para quienes navegan por las aguas circundantes.

Hoy en día, el faro de Batticaloa se ha convertido en algo más que una simple ayuda a la navegación. Se ha convertido en un parque tranquilo donde familias y parejas pueden relajarse y pasar tiempo de calidad. Los exuberantes alrededores y la rica historia lo convierten en un lugar ideal para relajarse y apreciar la belleza costera.

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